Hola
Blancas y Negras

La primera vez que las vi, me sorprendió ver grupos de 3 y de 2 negras y entre cada una de ellas una o dos blancas, la verdad es que pensé que era porque solo estaban de adorno para separar y que las blancas pudieran bajar sin atorarse unas con otras.

Tiempo después en la secundaria, cuando estábamos acostumbrados a comprar cuadernos de cuadro grande, chico y los horribles de raya, notese que nunca me gustaron porque no podía dibujar bien los cuadros ayudan mucho para ello, el profesor de artes pidió un cuaderno de raya, para mi sorpresa si ya de por si no me gustaba, este tenia que venir con 5 rayas casi juntas y luego otras 5 mas abajo, ¡están locos! pensé, en estos es aun mas difícil hacer un dibujo.

Luego empezó con el martirio, dibujar una S medio rara y acompañarla por negras, blancas y otras patitas que según cada una duraba menos tiempo que las otras. ¿Tiempo?, ¿que no para eso llevábamos relojes? (por cierto el que se transformaba en robot era !Wooow!).

Pero eso era solo el comienzo, un poco de resistencia a lo que poco después se convertiría en un gusto imperdible, poder acomodar las notas en el pentagrama y saber entonar una melodía en la flauta, que seguramente todos llevamos a la escuela, recuerdo que un vecino amigo de la familia le dijo a mi madre que no gastara en comprar la flauta, que el me regalaba la suya, color marfil claramente con un poco de uso pero que había logrado sacar los primeras notas del himno a la alegría o martinillo la primer melodía del día de clases.

Aunque soplando con todas las fuerzas sin una técnica adecuada, y logrando hacer un momento de libertad para los integrantes de casa y demostrar en la escuela que eramos buenos en la materia, aunque ahora creo que en ese momento era solo ruido y estoy seguro que mas de uno tapaba sus oídos para no escuchar el desentonado silbido que lograba provocar. Y como no olvidar cuando juntos en el salón de clases para divertirnos un poco nos poníamos a imitar el famoso cantar del carrito de camotes, todos cubriendo los orificios de las flautas y con la fuerza de los pulmones para estremecer la escuela.

Tuve que esperar a tener 15 para que el día de mi cumpleaños llegara ese pequeño teclado casio, color marfil por cierto,  donde por fin podía tocar y sentir las diferentes notas entre teclas negras y blancas, gracias a mi amigo Jaime que me compartía las partituras de su maestro de órgano para poder tocar algunas melodías del momento.

Cuando llego la mayoría de edad el regalo de mis padres fue un teclado Yamaha que aun vive (el casio también), y fue entonces cuando comencé a combinar notas para hacer acordes y lograr hacer algunas melodías mas con algo de armonía.

No fui un músico profesional, me gusta tocar, leer partitura (aunque me cueste trabajo), y se que en muchas veces cuando toco alguna melodía, la gente no tiene idea de que estoy interpretando. Pero me gusta hacerlo y lo disfruto, eh compuesto algunas canciones, y seguramente lo volveré a hacer.

Quiero en este día agradecer y honrar a los amigos que me han acompañado en el camino musical, que me han compartido sus experiencias y conocimientos y que no dejen de hacerlo y no dejen de tocar. Especialmente a mi hermano de sangre para que siempre brille en el y en todos los músicos esa chispa que mezcla tiempos, sonido y silencio para hacernos la vida mas alegre.

Saludos Abuelos

Cuando eramos niños, la muerte era algo inexplicable, los adultos nos contaban que los muertos se iban a otro plano dimensional, “si te portas bien iras al cielo cuando mueras”, algunos los espantaban con el infierno o para mediar un poco el purgatorio, para pagar por tus pecados y después el cielo.

Lo mas cerca que estábamos de la muerte era cuando se iba nuestra mascota, ver a corazón alegre en la programación del canal cinco morir, era la escena mas fuerte que podíamos contemplar y sacarnos un par de lagrimas en la infancia.

Con el paso del tiempo, vimos a personas adultas partir, los padres de los amigos de nuestros padres, los mismos amigos de nuestros padres y entonces comenzaban a irse personas mas cercanas;  los tíos de nuestros padres dejaban este mundo y llegando así, inevitablemente la partida de los abuelos.

Poco a poco cada uno de ellos va atravesando la senda hacia otro mundo, dejando en nosotros los recuerdos de los momentos felices que vivimos a su lado.

El tariangaranga, un baile (si se le puede llamar así), obligado para todos los nietos y bisnietos, sentados en las piernas de Don Flor haciéndonos saltar al ritmo de la cancioncita, o verlo pelear con su contrincante imaginario las tardes de sábados cuando en su pequeño receptor verde de pilas escuchaba la narración de la pelea de box, era como si el estuviera ahí ayudando a su elegido.

Rafa, o mejor conocido como “El Basuras“, con las pocas veces que lo vimos nos demostró su cariño y recordando las anécdotas de su andares cantando tangos y enamorando a cualquier doncella con su porte de galán al mejor estilo pachuco, presumiendo siempre la gran cantidad de retoños productos de aquellas conquistas.

Caminando por la calle 11 de regreso del mandado, a paso lento por el cansancio, venia Cocotito, con su reboso a cuestas y del brazo izquierdo colgaba la gran canasta con frutas, tortillas y demás ingredientes para llegar a casa y preparar la comida del día, con el sazón que solo ella daba al arroz con papelito.

Cuando me escapaba de la vocacional y llegaba con la abuela Coco, que siempre me preparaba los suficientes sopes para calmar el hambre, no se como le hacia pero siempre que yo iba los tenia listos con frijolitos o solo con crema y queso pero que buenos sabían.

Dos años desde que los cuatro están reunidos y que sin duda en unas horas pasaran por la casa a comer su chocolate, tomar un trago a su coca cola y pasar por su “cigarrito”, porque mañana al amanecer, veremos esas hilos plateados al pie de nuestra cama y sabremos que pasaron a darnos un abrazo a cada uno de los nietos y un beso en la frente como solían hacerlo.